Montserrat González de la Rubia Saavedra perseguida por morosa

Tras su fracaso en la representación del poeta Tinta de Sangre, Montserrat González de la Rubia consigue que otro escritor, José Acevedo, publique sin convencimiento alguno una obra con la editorial Planeta Alvi. Así el escritor abandona ocasionalmente su habitual editorial y se publica "Identidad, o la importancia de ser uno mismo", figurando esta señora como la nueva y flamante agente literaria en la que, de momento, parecía haberse convertido. Como es habitual con esta señora, la paz no habría de durar mucho. El escritor, que había facilitado una portada en baja resolución (96 ppp), advierte que dicha imagen no ocupa la totalidad de la portada. Se les explica, tanto al autor como a su representante, que el motivo es la baja resolución de la imagen y que para una portada completa la imagen ha de tener al menos 300 ppp (píxeles por pulgada). Como el escritor se niega a tratar directamente con la editorial, se le solicita a la señora González de la Rubia una imagen con la resolución adecuada para cumplir las expectativas del autor, pero esta señora no aporta soluciones y se dedica a divulgar el problema por Facebook como si fuera la editorial la que no quisiera acceder a sus pretensiones. Cosa absolutamente imposible de llevar a cabo sin un archivo que el editor no puede obtener de ningún otro sitio. El escritor advierte además algunos problemas de forma en su libro originados por un problema de incrustación de fuentes, que provoca que aunque en los sistemas informaticos, el libro se aprecie correctamente maquetado, cuando es impreso un primer ejemplar por un impresor de Madrid y que recibe el escritor a petición propia, los márgenes no son los correctos. Pese a que se soluciona este otro problema en menos de 48 horas, (Amazón tarda en revisar y aprobar cualquier modificación un mínimo de 24 horas), el libro pasa a la historia como el único ejemplar defectuoso de este título en manos de Montserrat Gonazález de la Rubia, que utiliza de forma constante como arma arrojadiza contra la editorial. Esta señora, que no conoce el mundo de la edición y que además no goza de un nivel cultural precisamente alto, lo difunde como si el editor no quisiera hacer las correcciones oportunas para solucionar los problemas y exige de manera unilateral que el libro sea retirado del mercado.

Según fuentes consultadas y a tenor de las pruebas obtenidas por esta redacción, el editor le insiste en que ello no es necesario, que la editorial, para editar un libro cualquiera, afronta una serie de gastos y que si la duración del contrato es de 24 meses es precisamente para tener el tiempo suficiente para recuperar dicha inversión mediante las ventas de ejemplares. Pero ella, en su absurda obcecación se ofrece a sufragar los gastos a cambio de que la obra se retire del mercado, así que finalmente el editor accede. El libro se retira y se le gira una factura por el total de los conceptos. Pero los problemas no desaparecen. Esta señora le sigue la pista al libro por internet y aunque no está disponible para la venta esta señora no lo adviete. Solamente es capaz de percibir que el libro sigue estando en los resultados de búsqueda, ignorando que cuando un libro nace y es catalogado, se le puede retirar de la venta, pero no hacerlo desaparecer como si nunca hubiera existido.

Pasada la fecha de vencimiento, sin que esta señora hubiera pagado las cantidades convenidas y aceptadas por ella, la editorial se encuentra con el agravante de haber tenido que pagar además los impuestos correspondientes a una factura que, de otra manera, nunca hubiera tenido que emitir, por lo que toma la decisión de devolver la obra al mercado tras haber interrumpido el lanzamiento, que es el momento más productivo para cualquier libro, en cuanto a ventas se refiere.

Como era de esperar, el editor entiende que con un agente literario que, lejos de colaborar con su editorial y de atender a razones, solo genera gastos, problemas y contratiempos no se puede trabajar, así que le comunican el cese de cualquier relación mercantil y es así como el editor termina convertido en el centro de sus ataques, extorsiones, difamaciones y descalificaciones varias.

Consultado el editor sobre este litigio, nos aclara que no es él quien reclama la totalidad de la deuda, sino la sociedad cooperativa a la que se encuentra asociado, que es quien emitió la factura y que en todo caso la editorial se sentiría satisfecha con recuperar el IVA de dicha factura, muy a pesar de los perjuicios ocasionados por esta señora. A continuación las pruebas:

Correo conciliador enviado por el editor al escritor y del que no recibe respuesta, por lo que es fácil deducir que la señora Montserrat tomaba decisiones de manera unilateral.

El editor agota su paciencia y cede para retirar el libro del mercado. Por su parte, Montserrat González de la Rubia que en ningún momento rechaza la deuda que adquiere, responde con un escueto "Manda lo que tengas que mandar y ya está."

El editor envía la correspondiente revocación de contrato a través del servicio de firma on line con certificado digital de Adobe Echo Sign, en donde queda convenientemente archivado.

El escritor José Acevedo revisa el documento, tal y como queda registrado en Adobe Echo Sign, pero no lo firma, aunque tampoco se pronuncia. Con toda probabilidad no está de acuerdo en retirar su obra del mercado, pero podría deducirse que tampoco quiere correr el riesgo de ponerse en el punto de mira de Montserrat González de la Rubia y sufrir sus ataques.

El editor, que ignora la falta de palabra y compromiso de Montserrat González de la rubia, emite y envía la correspondiente factura, sin sospechar que está siendo objeto de un engaño.

Online Sociedad Cooperativa Madrileña comunica al editor que la factura ha vencido y no ha sido satisfecha por Montserrat González de la Rubia.

La Sociedad Cooperativa inicia la reclamación de la deuda y la señora Montserrat, como es habitual en ella, inicia su campaña difamatoria tergiversando los hechos y la naturaleza de la propia deuda.

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