José Raba Pérez, el maltratador que agrede verbalmente y de forma cobarde a la esposa del escritor y
- Agencia EZE
- 15 ago 2016
- 4 Min. de lectura
Como cualquier villano, Montserrat González de la Rubia Saavedra también cuenta con un reducido número de secuaces que actúan en connivencia, le rien las gracias y actúan contra quienes son señalados por su amo.
Ese es el caso de José Raba Pérez, no conoce personalmente al director de la editorial Planeta Alvi y aún menos a su esposa, ellos nunca le ha hecho nada, ni bueno ni malo, pero basta conque su ama y villana le señale a sus víctimas para deshacerse públicamente en insultos y descalificaciones hacia una señora a la que no conoce de nada. La llama difamadora, mala persona y pésimo ser humano. En otra de sus intervenciones llama "piezas" al editor y a su esposa. Y no deja de echar gasolina al fuego animando a Montserrat a que los denuncie no se sabe por qué, porque cuando uno accede a las pruebas que aquí se aportan enseguida se da uno cuenta de quien agrede a quien.
Los hechos se produjeron a mediados del mes de Agosto de 2016. Montserrat González de la Rubia publicaba en Facebook su particular versión sesgada y malintencionada de los hechos, de esos hechos que poco a poco vamos conociendo y entendiendo gracias a los titulares y las pruebas que vamos publicando en Caso Abierto.
Acusaba a la esposa del editor de no tener derechos para publicar un escrito de su esposo, en el que advertía a sus lectores que tuvieran cuidado con Montserrat González de la Rubia. Ignora esta señora que los derechos de cualquier escrito son del autor del mismo, no del destinatario del escrito. También le reprocha haber usado su verdadera imagen sin su consentimiento (el editor había sustituido una falsa fotografía proporcionada por Montserrat para su página de autora en Amazon, por una fotografia real recibida por su señora) y claro, hasta entonces Montserrat estaba acostumbrada a acosar, agredir, insultar y difamar a otras personas desde la impunidad que le otorgaba el hecho de que nadie conociera su verdadero aspecto en las redes sociales. De hecho, no existe ninguna otra fotografía de esta señora en su Facebook ni en ningún otro sitio de internet.
En el mismo post, intervenía otro de sus secuaces, Antonio Perea Villalón, que también sin conocerles de nada, había opinado en público afirmando que el editor tenía cara de pájaro y su señora de víbora. Como es lógico, el editor le dirigió posteriormente un escrito público, advirtiéndole de la responsabilidad penal de tales afirmaciones y dejándole en evidencia ante el vil acto de cobardía que constituía insultar a su señora desde la lejanía.
¿Que es lo que hace que este tipo de personas ataquen a otra a la que no conocen de nada, sin motivo aparente y sin provocación alguna? Probablemente la envidia. No es fácil en este país que a uno le vaya bien, ya que parece que no está bien visto que alguien pueda avanzar y progresar fruto del esfuerzo, pasión y talento personal. Los amigos de lo ajeno desde siempre nos han enseñado, en los medios de comunicación y en charlas familiares, que aquellos que triunfan es posiblemente porque se han beneficiado ilícitamente de algún favor o han cometido alguna trampa.
Y en esto este país debería cambiar. No puede ser que los guapos y ganadores de nuestra sociedad sean personajes tan poco productivos como los de Gran Hermano o alguna que otra celebridad televisiva o deportiva. En un país donde triunfan los programas televisivos sobre famosos y “triunfitos”, es necesario que algún emprendedor salga a la palestra y cuente su abnegada historia.
Los emprendedores deberían ser los más queridos y admirados por todos los demás. Son los que más se esfuerzan y dedican toda su energía a un proyecto con ilusión. Se juegan sus ahorros, con mucho sacrificio, empeño y perseverancia. Trabajan jornadas maratonianas y en ocasiones mal remuneradas, invirtiendo su trabajo sin la certeza de obtener un beneficio económico por ello. Pero lo más importante es que crean riqueza y puestos de trabajo.
En Estados Unidos la cosa funciona. Cada vez que un emprendedor se hace millonario, todos lo adoran y le piden que explique como ha conseguido alcanzar el sueño americano para seguir su ejemplo. Es una sociedad que da facilidades al emprendedor y premia al que se esfuerza, sean los resultados que sean. Si se fracasa, le invitan a que lo vuelva a intentar.
En España está claro que hay demasiados villanos cortejados por sus envidiosos secuaces.

Según José Raba Pérez, lo mejor es un ataque legal y penal frontal, pero no aclara si por guapos o por que supuestamente no luzca igual su trabajo, contando con que esto último fuera cierto, claro está. Alguien debería de explicarle a este señor que ninguna de las dos cosas son delito.

José Raba Pérez se queja de que el editor, Don José Antonio Alías le haya hecho una amenaza encubierta. Lo sorprendente, después de leer tanto insulto y descalificación, es que no haya recibido una amenaza abierta y clara...

La señora Montserrat se queja de que su víctima no quiera que hable con sus clientes y proveedores para ser insultado o ver su trabajo boicoteado, como si eso no fuera lo normal ante semejante situación. José Raba Perez opina que lo mejor es denunciar, pero ¿se puede denunciar a alguien para que la justicia le permita a uno "despellajarlo" en público sin que proteste? Definitivamente el señor Raba anda un poco despistado en cuanto a eso de las leyes, además de no distinguir demasiado bien entre quienes son las víctimas y sus verdugos...




Aquí José Raba Pérez nos da una lección de desproporcionalidad, de grosería y de comportamiento barriobajero y garrulesco ante un escrito en el que le invitan a analizar la información y a reflexionar, y en el que no se aprecia insulto alguno.














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